¿Cuántas veces has tenido que replantearte un hábito? Puede que muchas veces. Probablemente la falta de voluntad o la repetición de malos hábitos te llevan a fracasar en tu intento de desarrollar nuevos hábitos.
Sin embargo, pasa que una vez que pasas esa transición inicial, logras el tan ansiado cambio de hábitos. Esto en sí, no es un problema, se sabe que cambiar de hábitos es un proceso lento que posiblemente te obligue a replantearte lo que debes y no debes hacer.
El problema radica en que esto se repita una y otra vez. Es decir, que no avances de esa transición inicial y no logres cambiar tus hábitos correctamente. Aquí es cuando debes detenerte, reflexionar y trabajar en una solución real que te permita modificar hábitos de manera oportuna.
¿Has vivido esta situación? ¿sientes que a pesar de que te planificas, posees la motivación, ganas y energías necesarias para lograr ese cambio de hábitos que requieres, al final, no logras avanzar en tu objetivo?
Ciertamente, las causas puedan ser muchas. No obstante, en este artículo nos centraremos en las más importantes y, además, te ayudaremos a aplicar ciertas estrategias para lograr cambiar tus hábitos de manera correcta y perdurable en el tiempo.
¿Por qué no logro cambiar mis hábitos?
Es normal que, al inicio de cada etapa, ya sea un nuevo año, el inicio del mes o incluso, luego de nuestro cumpleaños, despierte en nosotros un deseo enorme por cambiar de hábitos.
Es más, es prácticamente un hecho seguro que este deseo de descubrir cómo cambiar tus hábitos te acompaña permanentemente. Para comprobarlo, solo basta con que te preguntes a ti mismo cuántas veces te has comprometido a mejorar la alimentación, hacer deportes tres veces por semana, a dejar de fumar, a planificar tus comidas, etc.
Lo verdaderamente importante es identificar cuántas veces se repiten las mismas metas. De hecho, puedes tener una o varias metas, pero lo fundamental es saber cuántas has logrado y cuáles te siguen quedando como asignaturas pendientes.
¿Por qué? Porque si se repiten una y otra vez sin algún registro de logro con éxito, entonces suceden dos cosas. En efecto, ningún intento anterior ha tenido éxito o terminas por abandonarlas en el camino.
En cualquiera de los dos casos, debes replantearte un cambio de estrategia y evitar que siga repitiéndose el mismo patrón de fracaso. Es decir, comenzar por hacer una autorreflexión profunda y sincera.
Claro está, dicha autorreflexión será dolorosa, incómoda y difícil de ver, aceptar e identificar. Te encontrarás con tu propio ser, puro y sin poses, apariencias, falsedades o autoengaños.


En consecuencia, debes estar preparado para asumir y aceptar cualquier realidad que descubras. Quizás descubras un profundo miedo al cambio, una fuerte resistencia a salir de tu zona de confort o simplemente falta de claridad en lo que deseas.
Incluso, puede que descubras una fuerte contradicción en tu ser interior. O que simplemente te des cuenta y aceptes que los niveles de tu pirámide de Maslow se encuentran inconclusos y mal trabajados.
Por lo tanto, la respuesta a por qué no logras cambiar hábitos radica en atravesar por este proceso interno de descubrir con sinceridad tus más profundos miedos, temores, inquietudes y asuntos por resolver.
Y también, en reconocer los errores o problemas externos que afectan tu proceso de llevar a la acción, un cambio de hábitos profundo que perdure en el tiempo.
Cuando llevas a cabo esta revisión interna y externa, das fin a un ciclo infinito de toxicidad.
Ese mismo ciclo que aplicabas en el colegio cuando te decías a ti mismo “este año comenzaré a estudiar desde el primer día” pero que al final, no lo cumplías y terminabas por estudiar a última hora, un día antes del examen.
Por lo general, estamos acostumbrados a atribuir ese tipo de resultados a una mera “falta de constancia”. Pero en realidad, se debe a esa falta de reflexión interna y externa que nos permite reparar en aquellos errores intrínsecos y extrínsecos que no nos permiten avanzar en nuestras metas.
¿Cuáles son los otros tipos de errores comunes que no nos permiten cambiar de hábitos?
Es probable que adicionalmente a todas las causas antes mencionadas, hayas incurrido en ciertos errores. Se trata de situaciones en las que, sin darte cuenta, no te has detenido a analizar para establecer un cambio real y sincero.
Tener un objetivo poco realista
El motivo, o, mejor dicho, verdadero motivo, por el que la mayoría de las personas falla en sus propósitos en plantearse un objetivo poco realista. Es más, es la causa principal por la que un plan de acción fracasa.
¿A qué llamamos tener un objetivo poco realista? Son esas metas que se ajustan muy poco a nuestra situación actual y al entorno en que nos desenvolvemos.
Por ejemplo, plantearse la meta de viajar a Dubái cuando ni siquiera tenemos para el pasaje, y con un sueldo que no permite reunir para comprarlo a futuro.
Otro ejemplo muy común, pretender bajar 20 kilos en un mes. En ese caso, el error más común es no poner en práctica un régimen alimenticio adecuado o en el peor de los casos, no estar dispuesto a cambiar de estilo de vida sedentario.
Con todo esto, lo que deseamos resaltar es la importancia de ajustar las expectativas a nuestras realidades y la necesidad de plantearnos objetivos a corto plazo. La intención, es que no se conviertan en un obstáculo sino en el vehículo hacia el cumplimiento de una meta mayor.
Además, debes tener en cuenta que cuando intentas lograr una meta, surgirán muchas barreras o tentaciones. Por ende, es conveniente anticipar lo más posible estas barreras y tentaciones y considerar las soluciones que se les pueda dar. Esto, solo es posible si tienes metas alcanzables, realistas y cercanas a tu realidad.
Ceder a la autoculpa si no cumples con la rutina
Es un hecho universal. La disciplina, es fundamental para lograr el éxito en tus cambios de hábitos. Sin embargo, puede suceder que, por una causa de fuerza mayor, un día no cumplas con una tarea diaria dentro de tu planificación.


Incluso, probablemente ese día no te encontrabas con las ganas o disposición necesarias para cumplir con tu rutina. No obstante, en ninguno de los casos, es sano que cedas a la autoculpa. Tampoco, que vayas a autocastigarte y autosabotearte por la misma razón.
Por ejemplo, hoy te saltaste la dieta porque llegaste muy tarde a casa y cansado del trabajo. Finalmente, decides cenar algo fuera del régimen alimenticio.
¿Qué puede suceder en este caso? Lo más sano, lo ideal, es que tengas la capacidad, el compromiso y la madurez necesarios para permitirte comer algo que está fuera de tu dieta debido a lo que te sucedió (llegaste tarde a casa, muy cansado).
O, al contrario, optar por lo que debes evitar, la autoculpa. Comienzas a llamarte vago a ti mismo y a tener pensamientos del tipo “no sirvo para nada”, “soy incapaz de comprometerme con algo”, “siempre dejo todo lo que comienzo”, etc.
La autoculpa solo aumentará la posibilidad de abandonar tu planificación para cambiar de hábitos. Ten en cuenta que la mejor estrategia para encontrar tu verdadero motivo y desarrollar nuevos hábitos es ser prudentemente flexible.
Esto es sencillamente identificar la razón por la que en una oportunidad no puedas cumplir con tu rutina. Es decir, saber la diferencia entre aceptar que un día estás sobrecargado o indispuesto para cumplir con algo en específico pero que esto no se traduzca en procrastinación o el abandono total de la meta.
También, en aceptar cuando una situación se nos va de las manos y no podemos controlarla. En consecuencia, nos impide cumplir con esa meta diaria, pero tampoco implica el abandono total de ese objetivo.
Pregúntate por qué quieres cumplir esa meta y analiza todas las barreras que puedan surgir. Esto te permitirá tener una perspectiva clara de la situación y evitar que cedas a la autoculpa.
No contar con una planificación
No tener una planificación es tan grave como no tener tus objetivos claros. El motivo, es que la planificación es el instrumento que te ayudará a cumplir con ese nuevo hábito que deseas lograr.


Esto aplica para todo. Desde abandonar vicios, eliminar malos hábitos y actitudes dañinas, hasta el desarrollo de nuevas conductas y el logro de metas. En todos estos casos la planificación es clave.
Recuerda que el desarrollo de hábitos es mayoritariamente una cuestión de costumbre. El resto, se debe a otros factores de distintas índoles, pero en principio, es mucho de costumbre.
Por consiguiente, hacer de la planificación una costumbre, es dar un paso más hacia el desarrollo de nuevos hábitos y al logro de metas.
En primer lugar, comienza por planificar tu tiempo. Dedica bloques de horas durante el día para destinarlos a realizar tareas que te acerquen más a la meta de desarrollar un nuevo hábito.
En segundo lugar, planifica dichas tareas dentro de esos bloques de horas. La intención, es que tengas una prioridad en la que vas a llevar a cabo estas actividades.
A menos que, todas las actividades tengan el mismo orden de importancia. Solo en esos casos, se recomienda establecer la misma prioridad para todas.
Del resto, es recomendable tener una lista desde la tarea más prioritaria, hasta aquella con menor relevancia. De esta forma, te aseguras de tener todo el día ocupado y dedicado a desarrollar ese nuevo hábito y así, evitar lo más posible las excusas tipo “no tengo tiempo” o “no encuentro una forma para hacer lo pendiente”, etc.
Además, hacer lista de hábitos en orden de prioridad, permite dedicar los primeros momentos del día, donde estás más descansado, dispuesto y enérgico, a llevar a cabo las acciones necesarias para cumplir con lo establecido.
Como resultado, evitas las probabilidades de abandono, procrastinación o cualquier excusa y situación que te impida cumplir con tu planificación.
3 pautas que permiten cambiar hábitos y no abandonar el proceso
Nunca es tarde para cambiar hábitos. Más bien, se trata de comenzar hoy mismo, sin importar tu edad, circunstancias o algún tipo de situación en tu vida que te haya impedido comenzar a cambiar tus hábitos.


Lo que importa, es poner en prácticas ciertas estrategias clave, que te ayudarán a cambiar de hábitos.
Pero también, servirán para darte la fuerza necesaria para no abandonar tu proceso, en caso de que ya lo hayas iniciado:
1. Enfócate
Lo primero que debes considerar a la hora de convertir en hábito o costumbre toda acción útil, es enfocarte en tu objetivo.
Que tu meta sea tu foco. No permitas distracciones, sé específico en lo que deseas conseguir y en el por qué lo quieres.
En lugar de pensar en todo lo secundario, piensa en ese solo objetivo único. Si no logras enfocarte, o no logras identificar ese objetivo único, entonces no has hecho la tarea de plantearte un objetivo claro, conciso y específico.
Si este es tu caso, entonces debes retroceder a ese planteamiento inicial y analizar. Hasta que no logres tener un objetivo específico, no debes continuar.
2. Motívate
La motivación per se es importante, por no decir, sumamente vital, para lograr desarrollar nuevos hábitos.
¿Cómo lograr motivación? Debes analizar hábitos. Esto te permitirá plantearte nuevas metas y, en consecuencia, pueden nacer dos tipos de motivación: la motivación intrínseca, la que nace de la persona, de ti mismo.
Es un tipo de motivación que nace del placer de practicar la propia actividad. Por ejemplo, quieres hacer deporte por el solo hecho de que te da placer hacerlo, lo disfrutas.
O también, la motivación extrínseca, la que no viene de la propia actividad sino de factores externos. Por ejemplo, quieres hacer deporte por una presión externa.
¿Cuál crees será el tipo de motivación que tendrá mayores probabilidades de éxito? Por supuesto, la intrínseca, porque nace de ti mismo y del placer de llevar a cabo la actividad y el hábito en cuestión.
3. Inspírate
¿Cómo influye el entorno en los hábitos? Sencillo, en la inspiración, procura tener un entorno en donde te resulte sencillo encontrar inspiración para cambiar de hábitos.
Por ejemplo, si deseas hacer deporte, frecuenta gimnasios, parques al aire libre y espacios donde acudan personas que tengan el hábito de hacer deporte. Luego, escucha sus historias de motivación y úsalas como inspiración para tus propias metas.
Esto aplica para todo tipo de hábitos. Solo debes adaptarlo de acuerdo al tipo de meta que te propongas.
En conclusión, la razón por la que no consigues cambiar tus hábitos se relaciona directamente contigo mismo. En ese sentido, debes trabajar en encontrar una solución a aquello que te desmotiva y modificarlo para que no se convierta un obstáculo más entre tú y los hábitos que deseas alcanzar.
Descubre más contenido y recursos para lograr tus metas en Habitomorfosis.