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12 secretos para un cambio de vida radical

A medida que avanzamos en nuestras vidas, vamos teniendo más claro lo que deseamos y los aspectos que se necesitan cambiar para lograr las metas. Se trata de un proceso natural e inherente de todos los seres humanos.

El cambio está en todo. Solo basta con detenerse y mirar qué es recurrente en las estaciones del año, los meses, los días, la tecnología, en el desarrollo personal y por supuesto, en las personas. El cambio es inevitable y necesario para vivir la vida.

¿Cuántas veces has querido cambiar de vida? Un empleo, algo de tu cuerpo, una relación tóxica, algún estilo de vida, etc. Seguramente has querido o ya has logrado un cambio de vida, sin embargo, ¿Cuántos de esos cambios han sido radicales? ¿Has tenido un verdadero cambio de vida radical?

Añadir “radical” al cambio, implica un cambio de panorama. ¿Qué es un cambio radical? Es un cambio que puede ser voluntario o como consecuencia de circunstancias externas. A diferencia del cambio convencional que se da por etapas, el radical, da un giro drástico y completo de tuercas de lo que se desea cambiar.

Los cambios radicales son más comunes de lo que parecen. ¿Cómo lograr un cambio radical exitoso? A continuación, algunos secretos que te ayudarán a enfrentar un cambio de vida radicalmente.

12 secretos para un cambio de vida radical

Tener la disposición de cambiar.

Cuando una persona decide cambiar, debe estar consciente de su verdadera disposición de salir de la zona de confort. Es mucho más que levantarse un día y pensar “necesito un cambio en mi vida”.

El proceso de cambio implica trabajar en lo que se desea cambiar. Si la persona no tiene intención de hacerlo, simplemente lo abandonará en el camino. Seguramente conoces a alguien que desea ponerse en forma, pero no deja de alimentarse con comida basura, este es el mejor ejemplo de alguien que no tiene disposición de cambiar.

Sin intención no se logra

Si estás en un proceso de cambio, una nueva vida a los 50, o quieres un cambio de trabajo radical, debes comenzar por tomar la decisión de cambiar y estar dispuesto a hacerlo. Algo que ayuda mucho en este primer paso, es pensar en las consecuencias de no cambiar y en las excusas que existen para no hacerlo.

Hazte preguntas reflexivas: ¿Cómo cambiar mi vida totalmente? ¿Qué hago para cambiar mi vida? 

Si quieres cambiar algo, cambia tu perspectiva. Los cambios hacen cuestionarnos creencias que tenemos arraigadas desde la infancia. Muchas de esas creencias son limitantes y llegan a afectarnos tanto, que requieren de cambios radicales y rápidos.

Cambia tu perspectiva

Hacerte preguntas reflexivas te hace pensar en si realmente quieres cambiar, qué es lo que deseas cambiar y cómo hacerlo para lograrlo. En las respuestas encontrarás mucha claridad más allá de repetir sin sentido “quiero un cambio” sin saber la raíz del mismo. ¿Qué hacer para cambiar tu vida? Escribe, analiza y responde este tipo de preguntas reflexivas.

Reflexiona sobre el cambio

Crea tus propias circunstancias.

Cada persona tiene una historia que contar, sin embargo, hay algunos que se escudan en estas historias para no tomar las riendas necesarias y propiciar el cambio radical que desean.

Los cambios radicales suelen mover a tal punto de cambiar la forma de ser de la persona. Por ejemplo, alguien que solía tener como excusa el entorno, el cuidado de sus padres o a sus parejas para evitar modificar hábitos tóxicos como la autocompasión y la pereza, después de un proceso de cambio radical, se convierte en una persona segura, responsable de sus propios actos y en alguien sumamente productivo. Esta es una evidencia de que los cambios radicales pueden llegar a modificar las perspectivas de las personas.

Cambia tu forma de pensar.

Este punto se complementa con el anterior. Cambiar radicalmente implica salir de la zona donde la mente solo nos repite “quiero algo nuevo en mi vida” o “quiero cambiar mi vida” sin pensar más allá de ese cambio que deseamos.

Gran parte de nuestro comportamiento depende de la forma de pensar, si deseas crear el cambio, derriba los límites mentales superficiales que te obligan a pensar que solo quieres cambiar por moda, o porque otros te obligan a hacerlo.

El objetivo es estar conscientes de las acciones que llevas a cabo diariamente y cambiar la perspectiva. ¿Es realmente un cambio radical lo que necesitas? ¿Trascendiste el deseo de cambiar y llegaste a la raíz de la causa? o por el contrario, ¿Identificaste que todavía no estás dispuesto a cambiar?

Reflexionar sobre un cambio de mentalidad evitará que fracases en tu proceso de cambio radical.

Controla tus reacciones y emociones.

Supongamos que luego de un proceso intenso de reflexión llegaste a la conclusión de que si deseas y necesitas un cambio. Luego, naturalmente surgirán más interrogantes, como la muy común “cómo puedo cambiar mi vida radicalmente”.

En este punto de no retorno, ya estás enfocado en cómo hacer para lograr ese cambio, entonces es hora de trabajar en tus reacciones. Cambiar no es sencillo, y si no quieres formar parte de la estadística de los que abandonan sus deseos de cambio a las dos semanas, debes controlar las reacciones que tengas ante los fracasos.

Puede que comiences con buen pie, pero a mitad de tu proceso, experimentas un altibajo, una situación de crisis o un fracaso. ¿Qué harás? ¿Abandonar? ¿Seguir? Piensa en ese fracaso, crisis o contratiempo como una oportunidad de mejora y luego, respondes.

Abraza la incomodidad.

Imagina a un sacerdote o monja que desean dejar de serlo, o una persona que, por diversas causas, se muda a otro país con costumbres, leyes, clima, cultura e idiomas diferentes, ¿Crees que la comodidad será parte de los primeros días de sus nuevas vidas?

Por supuesto que no. Cambiar radicalmente implica abrazar y aceptar la incomodidad que requiere tener una nueva vida. Hay muchas personas que ponen resistencia ante la incomodidad, y con esto, solo logran que el proceso de cambio sea más traumático de lo normal.

Acepta la incomodidad

Cuando fluyes y entiendes que cambiar es la única manera de lograr resultados diferentes, puede que al principio la incomodidad te afecte, pero con el tiempo, la aceptas como parte necesaria de la nueva realidad que estás experimentando.

Suelta el pasado y vive el presente.

Es normal que, durante todo proceso de cambio, extrañes el pasado o sientas nostalgia por la vida que tenías antes de tener deseos de cambiar, sin embargo, hay que tener cuidado de quedarse anclado en ese tipo de recuerdos.

Vivir del pasado solo te traerá más resistencia y dificultades para adaptarte al cambio. El pasado es solo para tomar el aprendizaje necesario para no cometer los mismos errores en el futuro.

Olvida el pasado

Ser realista.

Todo proceso de cambio requiere plantear objetivos y metas realistas. Se entiende que un cambio radical es un giro total, pero tampoco implica que nos coloquemos metas prácticamente imposibles de cumplir que generan falsas expectativas y dificultan el cambio.

Es fundamental centrarte en metas que puedas alcanzar para evitar frustración y esfuerzo en vano.

Ponte metas

Comienza por pasos cortos.

Existe un truco muy útil para salir de la zona de confort de manera más sencilla, y tiene que ver con elegir algunas cosas que nunca hayas hecho antes y luego hacerlas. Elije una a una, cualquiera, por más pequeña que parezca y atrévete a hacerla.

De esta manera preparas el terreno para salir de tu zona de confort. Comienza por hacer una lista con todas esas pequeñas cosas que te gustaría hacer, pero no te atreves, y prepara un plan para conseguirlo.

Rodéate de personas que te apoyen.

Este es uno de los secretos mejor guardados para enfrentar un cambio radical con éxito. Tener un sistema de apoyo eficaz, no solamente te brindará la ayuda necesaria, sino que se convertirá en tu principal motor de motivación.

Cambia de vida, pero quédate con aquellas personas que consideras te aportan algo positivo y están en la capacidad de darte palabras de aliento y ofrecerte su hombro cuando lo necesites. Por el contrario, aléjate de personas tóxicas que te desilusionen y contaminen.

Disfruta el proceso de cambio.

Durante el camino tendrás dificultades, momentos de dudas, escenarios llenos de tensión, enfrentarás decisiones duras, celebrarás éxitos, alegrías y enriquecerás tu desarrollo personal, pero, independientemente de la circunstancia, disfruta el proceso de cambio radical. 

El cambio es y será siempre en tu interior.

Nada cambia si tú no cambias. Esta es la certeza más real ante el interrogante “cómo cambiar mi vida para bien”. Entender que el cambio se produce en tu interior es pieza clave para creer que el cambio es posible.

Antes de esperar que el cambio venga de los demás o que tu entorno cambie, debes ser tú el cambio que quieres ver. No exijas el cambio de las personas, exígete cambiar y mejorarte a ti mismo y verás como tu perspectiva del entorno, también se modificará.

Tú eres el cambio

¿Cómo hacer que tu vida sea mejor?

El cambio es natural y, por ende, un vehículo para tener una vida mejor. El mundo cambia todo el tiempo y aunque creamos que las personas no cambian, la realidad es otra, tanto el mundo como las personas están en constante movimiento y transformación.

Por este motivo, es fundamental aprender a adaptarse a estos cambios para poder vivir mejor.

Adaptarse a los cambios radicales es clave, no solamente ante situaciones decisivas como un nuevo empleo, tener un hijo, o mudarte de país y continente, sino también, en escenarios más cotidianos como hablar con desconocidos, cambiar de ruta al trabajo o simplemente empezar un plan de ahorro.

Sin embargo, por más normal que parezca, a veces adaptarse no es tarea sencilla gracias a las barreras que produce el miedo. El miedo paraliza, aumenta la dificultad de la situación y retrasa el proceso de cambio.

¿Cuáles son las barreras que debes eliminar para superar el miedo al cambio?

El miedo.

El miedo en sí es la primera barrera que debes eliminar de tu vida si deseas darle la bienvenida al cambio. Por supuesto, el miedo como emoción funciona como un detector de amenazas y trata de ponernos a salvo, pero los miedos falsos, que son producto de una autoestima mal trabajada, inseguridad y traumas no resueltos, pueden limitar la visión del cambio y hacer retroceder cualquier avance.

Debes saber diferenciar los miedos reales de los falsos para no interrumpir el cambio radical trabajando tu autoestima, la motivación y la capacidad racional para separar situaciones que podrían suceder, de otras que solo son producto de la imaginación.

La desconfianza.

Otro antivalor tan tóxico como los falsos miedos. La desconfianza es en sí, temor por lo desconocido, crear un escenario catastrófico en la mente y no confiar del cambio que estás experimentando.

Si no confías en que la etapa de cambio que estás viviendo es para bien, difícilmente te adaptarás y terminarás por volver a los mismos hábitos de siempre. Un ejercicio clave para eliminar la desconfianza es celebrar cada éxito y cada fracaso por igual, confiando en que, en ambos casos, lo mejor está por venir.

La negatividad.

Permanecer en un estado de negatividad permanente te convertirá en un ser pesimista y restará energía que puedes usar para adaptarte al cambio. Además, te predispone ante cualquier situación de crisis centrándote más en el problema que en la solución.

Sin duda alguna, todo proceso de cambio pone a prueba nuestras habilidades y capacidades, y en ocasiones, es necesario replantearnos si estamos en el camino correcto. Pero a pesar de esto, es un hecho que la vida está llena de cambios inevitables que debemos reflexionar y aceptar.

Las principales barreras para el cambio

La clave está en crear un marco que permita tomar decisiones que darán lugar a las acciones necesarias que traerán el cambio que tanto deseas y, además, tener en cuenta estos secretos para hacer del cambio radical, una transición exitosa y llena de plenitud. Con estos 12 secretos conseguirás el cambio radical que quieres tener.

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